La
subasta inversa en la contratación pública
Estado
del arte
El
papel de las compras del gobierno en la estrategia comercial, ha sido
virtualmente ignorado en la literatura de economía política internacional (Weiss, L., & Thurbon, E. 2006, p. 701). Sin
embargo, en muchos países, los gobiernos se han convertido en los mayores compradores
de una amplia variedad de bienes y servicios y las compras gubernamentales
han llegado a ser instrumento principal de la ejecución del gasto y por
ende de la materialización de políticas públicas. De suerte que las compras que hace el Estado
están estrechamente vinculadas con el devenir de su propia administración y
con el logro de sus propósitos.
Desde finales de los años ochenta se ha
presentado la tendencia mundial de utilizar la herramienta de subasta
inversa en las adquisiciones estatales con base en las experiencias del
sector privado. En la actualidad la
contratación estatal en línea es una práctica común en países como Estados
Unidos, Inglaterra, Singapur, Australia, México, Chile, Perú y Brasil,
entre otros (Prada, 2005, p. 4).
Existen
diferentes estudios que explican la importancia del diseños de subasta
inversa y sus implicaciones en la maximización de recursos estatales, por
ejemplo para Arozamena Leandro y Weinschelbaum Federico se presentan
enseñanzas sobre los dilemas que enfrentan los procesos de compras públicas
en América Latina a través de experiencias de distintos países de la región
que han provisto diferentes soluciones a dichos dilemas. Se ha llegado al
empleo de plataformas electrónicas de compra, con grados de cobertura
disímiles y enfoques diferentes tanto en los procedimientos específicos de
subasta en cada país como a las herramientas empleadas para favorecer la
participación de empresas pequeñas (Arozamena & Weinschelbaum, 2004, p.47).
Se
propone un rol para un observatorio que monitoree las prácticas y el grado
de evolución y madurez de los procesos empleados para las adquisiciones en
los países latinoamericanos, con una función de relevar periódicamente una
serie de indicadores que sirvan para evaluar tanto las reglas que regulan
los procesos de compras como sus funcionamientos contemplando aspectos
como: la transparencia y la presencia de colusión y/o corrupción en los
procesos de compras, los marcos institucionales y la cobertura, la
eficiencia administrativa y los precios efectivamente pagados y por último
el nivel de participación de las pequeñas y medianas empresas (Arozamena
& Weinschelbaum, 2004, p.47).
Solon
Lemos Pinto analiza de las experiencias de adopción de las subastas
inversas electrónicas en las compras gubernamentales en países
latinoamericanos, enfocando aspectos de contexto, trayectoria, reglamentación,
puesta en operación y resultados ya alcanzados. El análisis es
complementado con referencias de la literatura de investigación sobre el
tema y un registro de la diseminación internacional de las subastas
inversas electrónicas. El trabajo sugiere un conjunto de recomendaciones
para la formulación e implementación de políticas que saquen provecho de
las potencialidades de la subasta electrónica en el perfeccionamiento de
las compras y contrataciones públicas, en Latinoamérica se refiere a
Brasil; Panamá, Paraguay, Chile, Ecuador y Perú (Lemos, 2009, p. 4).
Argumenta
de igual manera que las subastas inversas electrónicas integran el conjunto
de las herramientas de apoyo a las compras y contrataciones que los
gobiernos han adoptado desde el principio de los años 90. Lemos establece
refiriéndose a Moon que dentro de las ventajas de la aplicación de las
reglas y mecanismos de la subasta inversa se encuentra la posibilidad de
negociar precios beneficiando las transacciones de bajo costo en las
contrataciones de la administración pública (Lemos, 2009, p. 4).
Para
Lemos citando a Caps Research, y De Boer,
la subasta inhibe el comportamiento oportunista del proveedor y
establece que la dinámica en la disputa por los lances permite que los
participantes ajusten sus propuestas y se encuentren en torno del valor
real de mercado de los bienes y servicios, y presentando una propuesta
ajustada a la realidad del mercado podrán corregirla en el confronto con
sus competidores, los precios ofrecidos en los diferentes lances tienden a
agruparse en torno del precio vencedor, indicando el precio real de mercado
(Lemos, 2009, p. 4-5).
Sostiene
que otras ventajas en la utilización del mecanismo en la contratación
pública se encuentran en la estricta impersonalidad y objetividad de los
procedimientos y en la igualdad de acceso a informaciones porque el sistema
electrónico es el único canal de información y comunicación durante el
proceso; todos los eventos durante el transcurso del procedimiento son
grabados y permiten auditorias posteriores (Lemos, 2009, p. 5).
Establece que la subasta inversa en la
contratación pública es utilizada
para la adquisición de productos o servicios con características de
estandarización en los mercados, será ventajosa cuando se adquieran productos
o servicios de características estándar, en un ambiente de competencia
entre los participantes y el valor del contrato sea suficientemente elevado
para despertar el interés de los proveedores en la disputa y cubrir los
costos de los servicios de operación de la herramienta (Lemos,
2009, p. 5).
Hubert
Ronald Mendoza Canales realiza una simulación contra la corrupción en las
compras públicas en Perú y se centra en el análisis de la subasta inversa
conocida también en el sector privado y académico como subasta holandesa,
siendo por este tipo de subasta que el Estado compra bienes o servicios
estandarizados. Establece que es una mecánica que consiste en realizar
varias rondas de puja o lances entre los postores, hasta que alguno de
ellos alcance el precio más bajo ofertado, se analiza mediante modelos de
simulación a fin de prevenir prácticas restrictivas en el mercado estatal.
(Mendoza, 2012).
Sergio
Iván Prada en 2005, en su estudio denominado “cómo disminuir el gasto
público utilizando tecnología: las subastas electrónicas”, establece que la
utilización de este mecanismo en las compras públicas ha traído beneficios
para los países que lo han implementado por varias razones. En primer
lugar, ha aumentado “la transparencia de los procesos, medida en función
del mayor acceso a la información y del incremento en el número de
proveedores que se presentan a las convocatorias oficiales” (Prada, 2005,
p.4). En segundo lugar, “ha reducido ostensiblemente los costos de
transacción (tanto para entidades como para contratistas), medidos en
términos de los recursos físicos y humanos invertidos en el proceso y en el
tiempo de duración de las contrataciones” (Prada, 2005, p.4). En tercer
lugar, “la utilización de este tipo de sistemas ha incrementado el “valor
del dinero”, a través de la obtención de un mayor número de bienes por
iguales o menores cantidades de dinero. Una de las herramienta más
eficientes para lograr tal ahorro son las denominadas subastas electrónicas
en reversa (On-line reverse auctions)” (Prada, 2005, p. 5).
Adicionalmente, argumenta que el éxito en
la adopción de herramientas tecnológicas en el sector público se debe a
varias razones entre las que se encuentran que ante un mayor número de
participantes se incrementa el nivel de competencia y decrece en mayor
medida los precios. (Prada, 2005, p. 14).
Argumenta
que la utilización de las subastas puede llevar a reducir el ciclo de
tiempo de la contratación y a incrementar por esta vía la productividad,
especialmente en el caso de subastas repetidas. La reducción en el ciclo de
tiempo beneficia no solo a los compradores sino a los vendedores, y explica
el proceso de la subasta a través de entrenamiento ayuda a superar la
resistencia interna inicial que se presenta en las organizaciones.
Fortalecer el entrenamiento de proveedores es muy necesario debido a que
estos tienen inicialmente una actitud negativa hacia el sistema, a mayor
competencia dentro de la industria de proveedores mejores resultados. El
volumen de compra está asociado positivamente con el éxito de la subasta
medido como un ahorro superior al esperado. (Prada, 2005, p. 14).
Según
Prada, se ha demostrado el beneficio, el riesgo y éxito de la subasta
inversa en el sector público. Es lo
que deduce de su descripción del estudio realizado por Larry Smeltzer y
Amelia Carr en 2003. Estos autores concluyen, con base en entrevistas tanto
a vendedores como compradores participantes en subastas, que los
contratistas ven en las subastas una posibilidad de aumentar sus ventas,
debido a que se enteran a muy bajo costo no solo del tamaño de la demanda
por sus bienes sino también de la estructura de precios de sus competidores
(Prada, 2005, p. 9).
Las
subastas ofrecen información sobre nuevos mercados en los cuales el
productor podría entrar y de esta manera permitir evaluar el precio que tendría
que fijar para ser competitivo en mercados aún no explorados o explotados.
Los oferentes ven como un beneficio la reducción en el ciclo de tiempo
comprendido entre el momento de hacer sus ofertas y la adjudicación del
negocio, los productores planean de una mejor manera su producción y por
esta vía pueden reducir excesos de inventarios (Prada, 2005, p. 9).
En
cuanto a los compradores, Prada muestra que, en opinión de Smetlzer y Carr,
hay una reducción de precios entre
cinco y doce por ciento con valores extremos que alcanzaron un 20 por
ciento; se presenta disminución en costos administrativos pues desaparecen
los procesos de petición de cotizaciones, tiempo de espera de tales
cotizaciones, la evaluación de las propuestas y la notificación a los oferentes
seleccionados. Se estima que dicha reducción estimada puede alcanzar hasta un
50 por ciento en recursos monetarios y entre 25 y 35 por ciento en tiempo.
Finalmente, hay beneficios en costos relacionados con el nivel de
inventarios, especialmente en lo concerniente al tiempo de
reaprovisionamiento y a los volúmenes necesarios en stock (Prada, 2005, p.
9-10).
Prada
advierte sobre tres riesgos que estos autores destacan acerca del mecanismo
de subasta inversa tanto para compradores como vendedores. Los compradores
entrevistados coincidieron en que el riesgo más importante para los
vendedores es que cuando la decisión de compra se basa únicamente en el
precio, el incentivo a crear relaciones de largo plazo se rompe. En segundo
lugar, el que la subasta sea utilizada por los compradores como un arma de
negociación para obligar a reducir precios a un proveedor preferido con el
que viene trabajando y con el que no desea romper relaciones, utilizada por
los compradores para mejorar su posición de poder en posteriores
negociaciones. Por último la posibilidad de que los vendedores se dejen
llevar por la emoción y terminen ofreciendo precios que se encuentran por
debajo de sus propios costos o que se presenten a subastar cantidades que
no están en capacidad de entregar (Prada, 2005, p.10).
Para
los compradores los riesgos, identificados según Prada en los estudios de
Smeltzer y Carr, son en primer
lugar la destrucción de las relaciones de confianza con sus proveedores más
cercanos aclarando que este no es un riesgo para las entidades públicas. En
segundo lugar, la pérdida de compromiso del proveedor con el comprador,
debido a que la relación esta únicamente basada en el precio y los
proveedores perderán todo interés en invertir algún dinero y en satisfacer
necesidades particulares de sus clientes. Finalmente la presentación de muy
pocos oferentes con lo cual no se desarrollaría un verdadero mercado
competitivo estableciendo que teóricamente son necesarios al menos cuatro o
cinco participantes (Prada, 2005, p.10).
Prada
afirma que en este mismo estudio se establece que para que la operación sea
exitosa se deben definir claramente las especificaciones del producto, los
volúmenes de compra deben ser lo suficientemente grandes como para
incentivar a los vendedores a pujar, las condiciones de oferta del mercado
deben ser las apropiadas y la entidad compradora debe tener una estructura
organizacional adecuada (Prada,
2005, p.11).
Prada
establece que Smeltzer y Carr encuentran en su estudio como uno de los
hallazgos más interesantes de su trabajo que las subastas electrónicas han
forzado a las compañías que las han utilizado a implementar mejores
estrategias de búsqueda de proveedores. Además deben invertir en
herramientas que les permitan realizar buenos estudios de mercado, de
costos y proyecciones de demanda (Prada,
2005, p.11).
De
igual manera, Prada se refiere al estudio de Alan Smart y Alan Harrison, en
el 2003 Online reverse auction and
their role in buyer-supplier relationships. Journal of Purchasing &
Supply Management, donde analizan el rol de las subastas electrónicas
en las relaciones entre compradores y vendedores. Para ello utilizan la
metodología de estudio de caso, aplicada a seis subastas de compañías
privadas en el Reino Unido (Prada, 2005, p. 12).
Sus
resultados son que las subastas electrónicas por sí mismas no fueron el
único factor en determinar los niveles de ahorro obtenidos por las firmas
que las llevaron a cabo; existieron
otros aspectos como que la firma
había comprado al mismo proveedor durante los últimos diez años y en ese
lapso habían entrado nuevos
proveedores de esos productos al mercado del Reino Unido, dentro del tiempo
de la subasta al menos cuatro compradores pujaron hasta el cierre de la
misma y el oferente ganador declaró después de terminada la subasta que aún
tenía margen para bajar los precios y finalmente que la firma Airco condujo
un estudio de mercado previo para invitar a los mayores jugadores del
mercado a la subasta (Prada, 2005, p. 13).
Prada
establece que estos últimos dos autores concluyen que las entidades que
usan la herramienta de la subasta inversa deben entender que solo se
consiguen altos niveles de ahorro la primera vez que se usa el instrumento
pues en compras subsiguientes los niveles de ahorro son menores, salvo que
existan cambios tecnológicos, cambios en las políticas comerciales o
eventos externos que influyan dramáticamente en el mercado (Prada, 2005, p.
13).
De
igual manera, Prada muestra que Stephan Wagner y Andreas Schwab presentan las
condiciones para llevar a cabo una subasta electrónica exitosa. Encuentran
que debe presentarse un alto número de participantes en la subasta, el bien o servicio demandado debe ser muy
bien especificado, el volumen a comprar debe ser atractivo para los
oferentes, el costo de cambiar de proveedor debe ser bajo, los mercados del
bien o servicio deben ser competitivos y el comprador tiene poder en el
mercado, la complejidad de los paquetes de bienes y servicios es baja y el
comprador tomo el tiempo necesario para definir e implementar la subasta
(Prada, 2005, p. 13).
Prada
argumenta que en la contratación pública la subasta electrónica es un
procedimiento por el cual la entidad contratante recibe la oferta económica
(precio unitario final de venta) por parte de los oferentes a través de una
subasta que se realiza por Internet, también se presenta subastas
presenciales sin uso de tecnologías.
(Prada, 2005, p. 6).
El
sistema de puja a la baja induce a los oferentes a revelar el verdadero
precio de mercado de los bienes y servicios que producen o comercializan,
siempre y cuando la puja se realice en un ambiente competitivo que se
garantiza con un alto número de proponentes. Gracias a la evolución de la
tecnología y de las necesidades de los compradores, nacieron los mercados
electrónicos o digitales (e-Marketplaces), junto con el desarrollo de estos
la herramienta de compra y venta de subastas fue adoptado (Prada, 2005, p.
6).
Prada
citando a Craig Carter et al (2004), con el artículo Reverse auctions-grounded theory from
the buyer and supplier perspective establece como una de las
ventajas de la utilización de la subastas inversas en el sector público es
que ya no se da el esquema tradicional cara a cara ya que se pretende que no exista relación
alguna entre el comprador y el vendedor en el sector publico esta resulta
provechosa (Prada, 2005, p. 8). Citando
a Stuhlmacher et al (1998) otra razón importante en la utilización de
subastas en el sector público es la presión de tiempo que impone este
mecanismo demostrando que los negociadores que están bajo la presión del
tiempo se encuentran en una posición desventajosa frente a su oponente (Prada,
2005, p. 9).
Prada
concluye que en la contratación pública la subasta electrónica es un
procedimiento por el cual la entidad contratante recibe la oferta económica
(precio unitario final de venta) por parte de los oferentes a través de una
subasta que se realiza por Internet, también se presenta subastas
presenciales sin uso de tecnologías. (Prada, 2005, p. 6).
El
sistema de puja a la baja induce a los oferentes a revelar el verdadero
precio de mercado de los bienes y servicios que producen o comercializan,
siempre y cuando la puja se realice en un ambiente competitivo que se
garantiza con un alto número de proponentes. (Prada, 2005, p. 6).
Tamayo
y Posada (2004) afirman que el buen diseño de una subasta deberá tener
especial cuidado en propiciar la participación de un número importante de
oferentes, ya que con ello se estará garantizando varios aspectos
relacionados con el desarrollo propio del proceso y el futuro del mercado:
una cantidad importante de oferentes minimiza las posibilidades de colusión
entre los participantes, maximiza el ingreso para el subastador al obligar
a los oferentes a actuar de manera más agresiva en la puja y genera la
posibilidad de que en el futuro el mercado funcione más competitivamente
(Tamayo & Posada, 2004, p. 27).
Paul Klemperer (2002) considera que se debe
cuidar el diseño del proceso de subasta para garantizar el logro de los
objetivos perseguidos y evitar posibles fracasos como la posibilidad de
colusión, ya que si existe un número pequeño de participantes, estos
podrían repartirse el mercado y no interesarse en la competencia; entonces se
debe propender por obtener el mayor número de postores, y que estos no
coincidan con el número de bienes subastados para evitar la repartición (Tamayo
& Posada, 2004, p. 17).
Para Rodrigo Harrison el objetivo de estos
procedimientos es reemplazar la competencia en el mercado por la
competencia por el mercado donde la intuición es que el aumento en la
competencia (número de participantes) fomenta un comportamiento más
competitivo (agresivo), donde en el límite los precios tienden a ser los de
eficiencia, esto se conoce como el efecto de competencia (Harrison, 2008,
p. 23).
Dentro de los requisitos de contratación
pública y el uso de la herramienta de subasta inversa se encuentra el
evaluar las ofertas sobre la base del menor precio lo cual debe ofrecer una
mayor ventaja económica. Las leyes públicas de adquisición de regulación
suelen prohibir consideraciones de calidad explícitamente (Morand &
Crease, 2006, p. 3).
Para
Morand y Crease los estudios sobre subastas inversas no enfatizan en la
calidad, establecen que la mayoría del tiempo numerosas consideraciones de
calidad son incorporados en los contratos y el nivel de calidad ofrecido
por los vendedores afecta directamente el valor social de las
adquisiciones. La mayoría de los ajustes en las adquisiciones por subasta
tienen en común que se preocupan por los atributos cualitativos de los
productos que desean comprar para estandarizar la calidad de los bienes y
servicios (Morand & Crease, 2006, p. 3).
Los
requisitos de contratación no consisten tan solo en evaluar las ofertas
sobre la base del precio, sino que deben ofrecer una mayor ventaja
económica. Además, las leyes públicas que regulan la adquisición suelen
prohibir consideraciones de calidad explícitamente; estos modelos
desconocen una parte fundamental que generan sobre costos en los procesos
de subastas y son el factor determinante en el precio (Morand & Crease,
2006, p. 3).
Según Ignacio Pichardo, no necesariamente quien
ofrezca el precio más bajo para entregar un equipo, un servicio o construir
una obra, debe ser el ganador de una subasta ya que muchas razones podrían
hacerlo no recomendable. Por ejemplo, el precio bajo no garantiza la
calidad del producto, del servicio o de la obra, si el precio bajo no es
realista, está mal calculado o calculado con la intención de sacar del
juego a la competencia para pedir posteriormente revisión de precios, si el
precio más bajo corresponde a una empresa con poca experiencia o con serias
debilidades técnicas y financieras internas, el precio más bajo no va
acompañado de condiciones de pago y de financiamiento convenientes para la
agencia solicitante (Pichardo, 2004, p. 245).
Estudios
posteriores a la implementación de la subasta inversa en Colombia
Las
reformas latinoamericanas han sido conducidas bajo el modelo de las
Naciones Unidas (UNCITRAL),
con una “Ley Modelo”. Una primera versión de esta ley fue en 1993, (compra
y contratación de bienes y obras), la segunda en 1994 (servicios) y la
tercera en 2011. Esta última contiene procedimientos y principios para
lograr el uso óptimo de los recursos y evitar los abusos en el proceso de
adjudicación, promoviendo la objetividad, la equidad, la transparencia y la
participación, así como la competencia y la integridad, para cumplir esos
objetivos (UNCITRAL).
Posterior a la expedición de la Ley 1150 de 2007,
en Colombia se han realizado estudios principalmente enfocados al campo
jurídico de la subasta. El desarrollo de análisis económicos de dicha
herramienta es escaso. Entre otros
estudios, conviene tener en cuenta
los siguientes: “Análisis económico de los procedimientos
de selección de contratistas del Estado en el Derecho colombiano: hacia un
mecanismo eficiente y transparente”, de Mónica Safar; “Adquisición o
suministro de bienes y servicios de características técnicas uniformes y de común utilización a través de
subasta inversa”, de Jaime Eduardo Chaves en el 2010; Guía práctica
para combatir la colusión en las licitaciones, 2010, de la Superintendencia
e Industria y Comercio; Conceptos
básicos de teoría de juegos y teoría de subastas, 2013, tesis de Alejandro Infante; “La
concurrencia de proponentes en la subasta inversa”, 2013, tesis de David
Manjarrés Aragón;y, “Actitudes hacia
el riesgo en la subasta en sobre cerrado a primer precio”, escrito por
Gerardo Parra Santana en el 2013.
En opinión de Mónica Safar, es
posible que el precio no sea el factor determinante y ni siquiera el que
más ventaja comparativa dé en la ponderación de factores; se debe revelar
la información real sobre la valoración del objeto del contrato por parte
del proponente a partir de los precios ofrecidos por los otros
participantes. Establece que la colusión es más probable en una subasta
inversa, cuestión que debe tenerse en cuenta al momento de solicitar las
ofertas. Relaciona a Stigler y Gupta quienes expresan que los factores de
existencia de poco participantes en el mercado y la presencia del mismo
grupo de proponentes en los procedimientos contribuyen a la cartelización
(Safar, 2009, p. 45).
Si
hay riesgo de colusión entre los proponentes, la entidad estatal puede
aumentar sus ganancias esperadas estableciendo un precio mínimo aceptable
mayor que el que sería óptimo para él si no hubiera posibilidades de
colusión. Si todos los proponentes coluden, un precio mínimo aceptable más
alto permite resolver de forma más favorable para la entidad estatal el problema
de monopolio bilateral resultante (Safar, 2009, p. 62).
Si
la entidad estatal establece un precio de reserva que es secreto, una razón
para que sea así es precisamente el deseo de disuadir la colusión entre
proponentes. Al igual que la realización de subastas por Internet, puede
animar la participación de proponentes por su accesibilidad y ser una buena
estrategia para la entidad estatal ya que las subastas por Internet
dificultan la obstaculización o disuasión de la participación de otros
proponentes por parte de proponentes que participen en un acuerdo colusivo (Safar,
2009, p. 62).
Chaves
busca demostrar el desbordamiento de la potestad
reglamentaria del Gobierno nacional en el ámbito de la contratación
estatal, específicamente a partir de las disposiciones establecidas en el
Decreto 2474 del 2008 en lo que concierne a la adquisición y suministro de
bienes y servicios de características técnicas uniformes y de común
utilización bajo el procedimiento de subasta inversa, frente a los
criterios de selección objetiva desarrollados en la Ley 1150 expedida en el
año 2007 (Chaves, 2010, p. 126).
Las
adquisiciones del sector público de bienes y servicios entregan al Estado
un poder financiero enorme e involucran grandes volúmenes de capital,
haciendo mucho más agresiva la competencia entre las empresas, pero
también propicia las conductas que a la luz de los fines de la subasta
inversa pueden ser contrarias a los principios de ésta (Superintendencia de
Industria y Comercio, 2010, p. 13).
En el documento de Diego Alejandro Infante en el
2013 se afirma que las subastas son un tipo de negociación que ha adquirido
una importancia dentro de los mecanismos de asignación de recursos y
contratos del mundo occidental durante los últimos 50 años. El empresario
común poco sabe del tema y muchas veces hace uso de este método sin mayor
precaución o conocimiento teórico sobre sus características, diseño o
aplicación, da una aproximación a la teoría básica de juegos y subastas,
para mostrar un acercamiento al mecanismo de negociación.
David Manjarres Y Santiago Ortiz se plantea la
tesis en la interpretación de los principios de pluralidad de concurrentes
y de economía, la cual pretende que la actividad contractual no sea el
resultado de la improvisación y el desorden, sino que obedezca a una
verdadera planeación para satisfacer necesidades de la comunidad. La ausencia de múltiples oferentes en la
subasta rompe en consecuencia con el principio de igualdad, y significaría
la adopción de formas encubiertas de discriminación, perturbadoras
sustancialmente de los propósitos definidos.
En
el 2013 Gerardo Parra Santana analiza
la manera como un individuo se comporta en una subasta cuando el individuo
es averso, neutral o amante al riesgo. Define
qué es una subasta, cuales son los cuatro tipos básicos, cómo funcionan,
cómo se diseñan, cuáles son sus estrategias dominantes y se describe el
modelo con el cual se basan las estrategias de las subastas. Se transcriben
las estrategias de las pujas básicas presentadas por José María Usategui en
su texto del 2008 y se calculan las pujas en una subasta en sobre cerrado
al primer precio para finamente realizar un análisis de lo que sucede
cuando se incrementa el número de participantes en una subasta en el campo
teórico.
A continuación se describe el modelo de
subasta inversa y se desarrolla el postulado principal de a mayor
número de licitantes menor será la puja, supuesto que se rompe en la
realidad en varias de las subastas realizadas en Computadores para Educar –
entidad estatal colombiana.
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