A propósito de la reactivación de los diferentes procesos y demás convocatorias de empleo público que por cuenta de la pandemia y del inusual año que pasamos en la anterior vigencia e inclusive en esta que corre, tuvieron que ser suspendidos; así mismo y aprovechando este espacio que EVA nos brinda a los servidores públicos quisiera expresar algunas vivencias que la suscrita y seguramente un sin número de ciudadanos, hemos tenido que pasar para acceder y poder optar a ingresar a dichos procesos de selección.
De entrada debo mencionar y recalcar la utilidad de las alternativas privadas que se encuentran en el mercado (No voy a mencionar razones sociales de ninguna de ellas pues no se trata de publicidad) a las que todos de alguna manera hemos tenido que recurrir para capacitarnos y aprender desde el ingreso mismo al Sistema de Apoyo para la igualdad, el mérito y la oportunidad (SIMO), su manejo y funcionamiento para cargar, anexar, comprimir y allegar todos aquellos documentos y demás experiencia laboral y académica que hemos acumulado a lo largo de nuestro desempeño como servidores públicos, sin más pretensiones que la de contar con un mejor perfil y prestar un mejor servicios a nuestros usuarios, pero que en este tipo de convocatorias y de plataformas estamos en la obligación de acreditar para optar a esos codiciados cargos como los de la DIAN, INPEC, Municipios Priorizados para el Posconflicto y hasta los del Distrito.
Ahora bien, agotada la etapa de cursos, talleres, simulacros de inscripciones o de exámenes, tutoriales y la búsqueda de múltiples videos guías de internet, nos queda hacer un proceso juicioso y personal de autoevaluarnos, revisar introspectivamente nuestras capacidades personales y académicas por un lado y laborales y misionales por el otro, ya que de esto depende la escogencia de ese tan anhelado nuevo cargo al que aspiraremos a optar por encima de los cientos de miles de ciudadanos y se podría decir que de almas que también anhelan, al igual que nosotros, dar con la “estabilidad laboral” que dichas plazas pueden brindarnos en este trasegar de la vida pública provisional que muchos hemos llevado a lo largo de un tiempo considerable, aunque me atrevería a afirmar que obviamente es el deseo también de los que lleven solo un corto lapso de tiempo como provisionales de cualquier entidad del estado.
Posterior al análisis existencial que narré, prosigue otra etapa, la famosa Evaluación, y es allí o mejor antes de ella que nuevamente iniciamos con la búsqueda en la amplia oferta del mercado, los cursos disponibles ya no para inscribirnos sino para prepararnos para esa etapa teniendo en cuenta la entidad, el cargo, el proceso misional, el subproceso, las competencias funcionales, funciones generales, funciones específicas, visión de la entidad, valores institucionales, principios, misión, en fin, un cumulo de material que a su vez nos obliga a acudir a la realización de simulacros, presentación de exámenes de prueba, análisis de preguntas, análisis de tipo de preguntas, contenido normativo, conformación de grupos de estudio y todas las estrategias agobiantes habidas y por haber para lograr obtener una calificación tal que nos permita esta vez ingresar a la tan anhelada lista de elegibles de ese cargo al que aspiraremos a optar, reitero, por encima de los cientos de miles de ciudadanos y se podría decir que de almas que también anhelan, al igual que nosotros, dar con la “estabilidad laboral” que dichas plazas pueden brindarnos en este trasegar de la vida pública provisional que muchos hemos llevado a lo largo de un tiempo considerable, aunque me atrevería a afirmar que obviamente es el deseo también de los que lleven solo un corto lapso de tiempo como provisionales de cualquier entidad del estado.
Como lo dije, estas vivencias que narro y describo son personales pero seguramente al ser compartidas en esta ventana podrán sentirse como propias por muchos de los miles de compañeros servidores públicos que nos encontramos a la espera de agotar cada una de las etapas de estos procesos de selección que fueron reactivados, pues los anhelos, las incertidumbres, las expectativas, a veces falsas, y las muchas dudas que surgen no están reservadas solo para una persona, en este caso para mí, sino que por el contrario pueden ser las mismas de otros tantos funcionarios que aunque no sean exteriorizadas por estos medios siguen generándose y existiendo, pero también se constituyen en una forma de motivación para continuar la vida laboral; pueden dar lugar incluso a un sentimiento de hermandad y de sana competencia entre todos, pues las expectativas son altísimas.
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