La escasez de información oportuna y de calidad se ha convertido en un lugar común en la administración pública, tanto en la atención al ciudadano y los demás grupos de valor, como al interior de las organizaciones, generando en este último caso un desgaste administrativo y reprocesos frente a los requerimientos de la alta dirección.
Función Pública no es ajena a este problema, ya sabemos que en casa de herrero… y por tal motivo, se ha dado un gran paso para su solución institucionalizando dentro de nuestra estructura la Dirección de Gestión del Conocimiento, como uno de los ejes transversales de nuestro sistema de gestión.
A propósito de esta cuestión, nos encontramos con un artículo de Javier Martínez Aldanondo, denominado Las Organizaciones no tienen memoria el cual se puede consultar en el siguiente enlace http://www.catenaria.cl/km/newsletter/newsletter_102.htm
Desde el inicio, el artículo es bastante interesante ya que hace una analogía entre la organización y un ser humano, que un día despierta olvidando todo lo que había aprendido, tal vez como un Gregorio Samsa, pero esta vez transfigurado y además sin memoria y debe tener un proceso de reaprendizaje de absolutamente todo lo que ya sabía.
Continua el autor diciendo que en muchos casos nuestras organizaciones no tienen memoria refiriéndose “a la incapacidad de la organización para reaprovechar lo que ya sabe comenzando muchas de las actividades desde cero, como si nunca se hubiesen realizado antes”.
La pérdida de la memoria institucional es un asunto serio, dado que la información de las organizaciones es la base para la toma de decisiones estratégicas, y es allí, en ese preciso lugar, en donde nuestra Dirección de Gestión del Conocimiento será absolutamente clave e importante, siendo la encargada de que la información que se genere en el Departamento Administrativo de la Función Pública tenga, ahora sí, un feliz destino.
Los retos a los que se enfrenta son muchos, pero el principal enemigo a vencer es la apatía y el temor al cambio; por ello, es momento de arriesgar, de entender que nuestro bien institucional más preciado es la información, no sólo la que está en nuestro computador o en nuestros informes, sino la que se encuentra en nuestro interior, aquella que es intangible pero que debe ser puesta a disposición de nuestra entidad.
Finalmente, dentro del artículo se cita al nobel de economía Joseph Stiglitz con su trabajo Creating a Learning Society (2015) quien en una de sus obras plantea la siguiente frase: “lo que verdaderamente separa a los países desarrollados de los menos desarrollados no es la brecha de recursos sino la brecha de conocimiento… Por ello, para entender cómo crecen y se desarrollan los países, es esencial saber cómo aprenden y se vuelven más productivos y qué puede hacer el gobierno para promover el aprendizaje”.
Entonces, podemos decir, que en Función Pública hemos decidido tomar el camino adecuado, y que gestionar el conocimiento, es no solo una decisión de la alta dirección, sino debe ser parte de nuestro estilo de vida!
Realizado por: Juan Felipe Rueda García
Coordinador del Grupo de Análisis y Políticas
Dirección de Gestión y Desempeño Institucional
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